Thursday, June 23, 2005

RONDAS


ÁNIMA

Salto, con los dos pies descalzos.
Detrás, se vacían mis botas.
Grito, y a los vivos espanto:
soy ánima rota
sin cuerpo ni manto.

El viento es suave y me guía,
y no quiero acordarme de nada,
no le guardo rencor a la vida
al partir de este mundo y morir
sintiendo el vacío y la nada,
tranquilo, calmado, feliz.

Ayer recordé a mi asesino,
el que dijo que yo lo pedía,
despreciando la voz, ojo al dato:
“reconoce que es plana,
dilo, o te mato”.

LA VIDA

Elbat Neserpmi Ogima, Retep Orto
Salamantica 199-

El chaval de la calle que lleva tu nombre,
ha perdido la guerra y mañana su vida,
sin saber que su cuerpo y de golpe su sangre,
está ya corrompido por el virus del Sida.

Se pincho sin querer con la aguja del barrio,
tal vez se ayudó con limón y cuchara,
que lo cierto es que es muy común y ordinario,
el ponerse de pie para luego cagarla.

Por una chorrada, ( ya ves), la jodió de colores,
y tan sólo una vez, (dice él), se pico por la vena,
no fueran a creer que era un farsante,
lo compartió con aquel con más callos que pena.

Cuando lo veas morir
no le avises a nadie,
dejalo florecer
hasta que huela su carne,
le empujaremos después
sin dolor ni cuidado,
procurando que el viento
sea cálido y fuerte,
que se enteren también:
tu vecina y cuñado
que la vida es deporte:
El perdió, tu has ganado.

Y pasado, tal vez,
seamos otros los patos,
que saltando sin red,
la jodamos un rato.

...muec, muec, muec...( con música de ...muec, muec, muec...)

LA VENGANZA

Con el sol de la tarde
sale el viejo de casa,
lleva puesto en la cara,
un recuerdo de antes,

cuando fue putañero
y corría pendencias,
desfloraba chavalas
bajo el techo del cielo.

Le rajaron la jeta,
entre dos chulaperos,
le faltaron dos pelos
pa perder la cabeza.

Le sorprendió la vejez sin darse ni cuenta
al acabarse el placer que le daban los vicios,
descubrió que al joder, ya no había manera,
le temblaban los pies y le fallaba el oficio.

Caminando hacia el banco de piedra y madera,
se encontró con aquel que le rajara el careto,
- yo te conozco, Javier, tu me diste de veras,
ayudado por otro, cobarde con tijeras,
que salisteis corriendo y yo medio tuerto,
os grité:
Si algún día la venganza tuviera;
sería fría y sencilla, de esta manera.

Le agarró de la pierna y en el suelo caído,
le lanzó las patadas de los años sin fin,
que paso deseando el buen día bendito,
en que encontrara a Javier tan cascado y senil.

Le clavo el gran bastón de cerezo o nogal,
en la ingle con fuerza y furia de maniaco,
y lo mismo le hizo con saña animal,
retorciendo y torciendo, patada en el bazo.

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